Lord Boleskine y la última Muramasa.II

domingo, 16 de noviembre de 2008


Capítulo 2:
La leyenda del general Kuro.

"3 De enero de 1895" Arto de andar, he parado a reposar bajo uno de estos extraños arboles de los cuales no se pronunciar el nombre,varios km atras he dejado a Alberto intentando arreglar no se que pieza de la andromina a la que el llama zeppelin.

He dicidido irme, ya que en cuanto a sus inventos se refiere es mejor dejarlo solo.

Puntuando la última frase del cuaderno de mi expedición por Corea. Abro un nuevo espacio en mi memoria, para relatar las aventuras que viviré en el imperio del sol naciente. He venido hasta aquí arrastrado por una leyenda que llego hasta occidente por medio de mi tio, un explorador de los de antes, sir Artemius Connan Crowley . La leyenda cuenta que en la era Edo un samurai mestizo con sangre de chino por sus venas.Robo la ultima katana Muramasa, matando a su forjador y quemando la tienda con toda su familia dentro . Contemplando con sadisfacción las llamas y anonadado por su nueva espada, no reparó en una imgen emergiendo de entre las llamas.el señor Muramasa ardiendo, en un ultimo aliento de vida, se lanzo sobre Kuro empuñando un cuchillo, marcándole la cara de por vida.

Esta herida jamas se cerró.

En una batalla en unas montañas, protegidas, por los que los ancianos llamaban una raza maldita.
Este general,envuelto por una fuerza increible y un valor que rozaba la locura, formó un pequeño egercito de delincuentes,llamados, "la estirpe de Kuro".

El general, subió a la montaña para robar una mística pieza de oro de la cual se decía que pesaba mas de cien kilos.

Pero cometió un error, subestimó a los habitantes de la montaña,aunque ancianos,estos eran legendarios por su arte con el arco, acabarón con la mayoria de los hombres de kuro.
El general y media docena de hombres consiguieron llegar a la cumbre pero ahí un ancestral guerrero del cual cien años atras se contaban actos celestiales, le atraveso el corazón .


Maldiciendo la montaña clavo su espada en ese suelo y desfalleció, la sangre de la herida de su cara brotaba por ultima vez, mojando la hendidura que Muramasa había hecho en el suelo.

La leyenda cuenta que esa espada jamas pudo ser extraida del suelo, ya que el gran maestro samurai advertió, que si era sacada,el alma del general sería liberada pudriendo todo a su paso. Esta imagen arturica me marco el resto del viaje.

Las cordenadas del punto de encuentro con Alberto, quedaban a escasos metros de un bar típico japones, allí bebiendo un saque tibio esperé emocionado su llegada.
Ansioso por emprender el camino hacía la cumbre, no podia más que imaginarme, empuñando esa espada. Mientras fantaseaba,intentaba descifrar un libro de poesia oriental que habia cojido prestado de la biblioteca de mi padre,de repente una sensación me sacudió, apartando la cortina con una mano y arqueando la cabeza para no rozarse con el cartel de la puerta, una preciosa chica entro.Pidió una botella de vino y se sentó sola en una mesa, Ella no lo sabía pero sería la guia de mi aventura, la musa de mi cuaderno de expedición y la compañía necesaria para recordarme que aunque rico,bohemio y aventurero sigo siendo un hombre débil, con un corazón capaz de romperse.
continuara...

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